Cultura tolteca
La cultura tolteca o civilización tolteca —término de origen náhuatl que tiene varios significados, los principales son ‘morador(es) de Tollan/Tula (‘Lugar de tules’) o ‘artista, civilizado, maestro’3 (su autodenominación es desconocida)—, es una de las culturas prehispánicas arqueológicas de Mesoamérica. Sus primeros registros se remontan a mediados del S. vii (650 d. C., periodo epiclásico mesoamericano [c. 600-900 d. C.]) y culminó a mediados del S. xii d. C. (1150 d. C., periodo posclásico temprano [c. 900-1200 d. C.]; o bien, 1168 d. C./1-tecpatl). Se asentaron principalmente en la zona del Valle del Mezquital en el actual estado de Hidalgo, mientras que su influencia cultural, artística, religiosa y comercial se diseminó hasta La Quemada y Chalchihuites (Zacatecas) al norte y hacia la Zona Maya (Chichén Itzá, Yucatán) y Nicoya (Costa Rica) al sur. Algunos de sus principales centros fueron Huapalcalco (Tulancingo de Bravo, Hidalgo), Tulancingo (ibíd.) y su ciudad capital, Tollan-Xicocotitlan (Tula de Allende, Hidalgo). Esta ciudad es célebre por sus singulares estatuas de piedra, llamadas atlantes y es el sitio tolteca por excelencia.
Tanto la historia mítica así como la arqueológica denotan que estos pueblos hablantes de una lengua uto-azteca (el idioma náhuatl) provenían del norte, y emigraron hacia el sur, más concretamente hacia el Centro de México, entre los ss. vi-vii. Muy probablemente jugaron un papel importante en los procesos políticos, económicos, sociales, religiosos y culturales que desembarcaron en la caída de Teotihuacán cuando Tula Chico comenzaba a urbanizarse y florecer (c. 650-750 d. C.) Desde ese momento, la influencia nahua, traída por la Cultura Coyotlatelco, era evidente y muy probablemente intensa en toda la región.
Refundan la ciudad al establecerse en el centro urbano mayor, conocido como Tula Grande, hacia el 960 d. C. y hasta el 1000 d. C., lograron establecer en ella una ciudad-estado, basada en ideologías sociopolíticas y religiosas de carácter profundamente militarista. Llevaron a cabo varias campañas expansionistas con las que lograron conquistar y controlar los señoríos contemporáneos del Altiplano Central, por lo que conformaron el imperio más vasto y poderoso de Mesoamérica durante todo el posclásico temprano.
Tuvieron un total de nueve tlatoque en Tula, de los cuales destaca Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl (¿ss. x-xi?), un legendario líder religioso y héroe cultural de la religión nahua, cuya verdadera identidad histórica es desconocida y debatida.6 El mito constata que fue desterrado de la ciudad y prometió regresar algún día.
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